La médula espinal es la vía de comunicación de nuestro sistema nervioso (SN) que se encuentra protegida por la columna vertebral. Gracias a ella se establece la comunicación entre el cerebro y el cuerpo, controlando el movimiento y la regulación, incluidas las diferentes vísceras.
Las lesiones medulares pueden ser producidas por razones médicas (como intervenciones quirúrgicas o enfermedades) o por traumatismos (accidentes de coche o casos de violencia). Las secuelas y su evolución varían dependiendo del nivel de la lesión, es decir, a que altura de la médula espinal se ha producido el daño, así como del tipo de daño generado (existen lesiones medulares completas e incompletas).
Si nos imaginamos esta vía de comunicación como un cableado que envía información de forma ascendente (hacia el cerebro) o descendente (hacia la musculatura por ejemplo) comprendemos como la interrupción o el «corte» de este sistema puede dificultar o anular el funcionamiento del SN.
Una LESIÓN MEDULAR COMPLETA anula la comunicación entre la medula espinal por debajo del nivel del daño con el cerebro, por lo que la información queda interrumpida en ambas direcciones.
En la LESIÓN MEDULAR INCOMPLETA existe un daño en la comunicación pero algunos «cables (vías nerviosas) mantienen su estructura y funcionalidad total o parcialmente por lo que el pronóstico será mejor y más favorable ya que existirá mayor control del cuerpo por debajo del nivel de la lesión.
Como se ha dicho anteriormente, las secuelas que presenta la persona con lesión medular pueden ser muy variadas ya que cuando se produce un traumatismo, por ejemplo, no hay un daño «limpio» de la medula pudiendo verse afectada a diferentes niveles.
En la actualidad, existen numerosos estudios que muestran la mejora y recuperación de ciertas funciones corporales cuando la lesión es incompleta, ya que la base del tratamiento es el aprendizaje y la neuroplasticidad, que permite el refuerzo de aquellas vías que se han visto afectadas o parcialmente dañadas y el manejo y re-aprendizaje sobre el control del propio cuerpo.
El equipo de intervención siempre debe estar compuesto de diversos profesionales que favorezcan el trabajo interdisciplinar y por tanto mejoren la calidad de vida de la persona en todas sus esferas, entornos y contextos.